Por fin ha llegado el momento tan esperado, el test ha dado positivo. ¡Estás embarazada!
Puede ser que hubieras esperado mucho este momento, que hayas pensado multitud de veces en este instante; o puede que la noticia llegue por sorpresa. De cualquier manera, la noticia de un embarazo, sobre todo si es el primero, va a ser, probablemente una de las de mayor impacto en la vida de una mujer.
A partir de este momento vas a ir sintiendo multitud de emociones, sensaciones, temores e ilusiones. Esta es la manera en que te vas haciendo a la idea de que vas a tener un bebé y le vas haciendo hueco no sólo en tu cuerpo sino también en tu cabeza y ¡en tu vida!
Las emociones y sentimientos que puede experimentar una mujer en el embarazo pueden ser de lo más diversos, por ejemplo: miedo, ambivalencia, soledad, preocupación, tristeza, vulnerabilidad, cansancio, plenitud, ilusión, felicidad, fortaleza, impaciencia, sensibilidad…
Lo que está ocurriendo es que no solo el bebé se está gestando, sino también una nueva identidad en la mujer, que pronto se convertirá en madre y ya no volverá ser la misma persona. Esto es lo que el reconocido psicólogo Daniel Stern describió en su precioso libro “el nacimiento de una madre”.
El primer trimestre: entre el temor y el deseo
El primer trimestre del embarazo es ciertamente contradictorio ya que en el cuerpo aparecen pocos cambios y sin embargo internamente se remueven muchas cosas. El cuerpo, aunque todavía no se note, se va adaptando al nuevo estado y se va trasformando; y la mente también tiene que ir madurando la idea de lo que supone el mayor cambio en la vida de una mujer: convertirse en madre.
Los síntomas físicos más frecuentes en el primer trimestre del embarazo son el cansancio generalizado o somnolencia y las nauseas o vómitos. Aunque también puede ser que no notes nada. Otra de las cosas que puede ocurrir en estos primeros meses y que suele durar todo el embarazo es que la mujer esté como despistada, atolondrada, atontada, ausente, en su mundo.
Además con frecuencia es el trimestre de más ambivalencia, esto quiere decir que ante un mismo un mismo hecho se tienen sentimientos contradictorios. Y es que ante la noticia de un embarazo puede que sintamos alegría pero también inquietud, felicidad pero también miedos.
El segundo trimestre: el trimestre de la felicidad
El segundo trimestre suele dar paso a una sensación de bienestar, de energía y calma generalizada. Ya está superada la barrera psicológica de las 12 semanas y cada día se está mas segura de que el embarazo saldrá adelante, lo que nos permite estar contentas e ilusionadas.
El embrión ha ido creciendo y la tripa ya se nota de manera considerable. Algunas mujeres viven los cambios corporales de una manera muy traumática, detestan engordar y les gustaría estar embarazadas sin que se notase. Están muy preocupadas por recuperar la figura previa al embarazo nada más dar a luz.
En esta etapa te sientes feliz e ilusionada, pero te mueres de miedo de que algo vaya mal. Los distintos controles médicos nos tranquilizan por un lado pero por otro pueden suponer momentos de angustia ante una posible mala noticia.
El tercer trimestre: la dulce espera
Internamente y después de todo lo que has ido viviendo a lo largo de estos meses, lo más probable es que te sientas diferente. Seguramente estás más cerca de sentirte una madre y lo que esto conlleva.
En lo que respecta al aspecto externo, tu cuerpo ha cambiado mucho en poco tiempo. Para algunas mujeres este es un estado de mucha plenitud y vitalidad. Otras, en cambio, están cansadas y molestas.
El miedo al parto es una de las cuestiones que más preocupa a las madres y más si son primerizas, es algo desconocido y es normal que despierte ciertos temores de que algo pueda ir mal. También está la preocupación de cómo será nuestro hijo, si nos gustará o no; cómo cambiará nuestra vida; si seremos buenas madres… Además iremos preparando la ropa, cuna, habitación y demás cositas que necesitará el niño. Como veis seguimos con la ambivalencia, ilusión y miedos, alegría e inquietud…
En definitiva, el embarazo es un proceso complejo, de profundos cambios físicos y emocionales, que puede atravesarse de una manera tranquila y pausada o producir, por el contrario, estados de mucha incertidumbre y angustia. Debemos estar atentos a si el malestar es demasiado intenso y no nos permite disfrutar de esta etapa. Ya sabéis que la maternidad remueve mucho y hay profesionales especializados en ayudar en estos momentos. Si este último es vuestro caso y sentís que no podéis manejarlo solas, lo mejor será pedir ayuda. Si no es así ¡feliz embarazo!